lunes, 18 de marzo de 2013

Recuerdo de un ayer

     Sentado en su orilla cada día, entre el mar y la tierra, me sentaba a observar el color y la música que este mundo me ha brindado. Las olas golpeando la playa, el azul del cielo, el agua deslizándose por la orilla, el mar azotado por el viento, el sol calentando mi piel, el motor de un pesquero a lo lejos, el graznido de las gaviotas... El mar nos cantaba su melodía y su sonido me relajaba, sus imágenes me calmaban el corazón, me llenaba de amor y paz por mi tierra. Me lanzaba en sus aguas y nadaba en sus olas, buceaba hasta su corazón, me envolvía de ella, sintiendo su fría alma llena de vida. Ahora es solo un recuerdo, no queda orilla donde ir, ni música que me calme. Lentamente le arrebatamos la vida de su interior, la fuimos secando hasta romperle el corazón y ella, simplemente desapareció, se marchó. Intento mirar atrás y pedirle perdón, pues no supimos apreciar su cariño y amor. Soñamos con el espejismo de lo que una vez fue y jamas volverá, pues ahora es nuestro corazón el que esta vació. 
Recuerdos de un ayer.

   

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